Francisca González Navarro, que fue juzgada el mes pasado por un jurado popular, tras haber sido acusada de dar muerte a sus dos hijos de 4 y 6 años, fue condenada ayer por el juez de la Audiencia Provincial de Murcia a dos penas de 20 años de prisión. González fue acusada de doble asesinato con el agravante de parentesco. - Fuente
El veredicto del jurado popular, emitido el pasado viernes, encontró culpable a la mujer. Francisca González deberá también indemnizar a su esposo con 200.000 euros (33,2 millones de pesetas) y al hijo mayor del matrimonio, de 16 años, con 40.000 euros (6,6 millones de pesetas), según la sentencia, que ayer difundió la magistrada presidente del jurado, María Jover.
La resolución hecha pública ayer condena también a la mujer a afrontar las costas judiciales, incluidas las de la acusación particular, que fue ejercida, en nombre del esposo, por el abogado Evaristo Llanos. La acusada fue informada ayer en la cárcel del contenido de la sentencia, después de lo cual se abrió un plazo de diez días en el que podría recurrirla ante la sala de lo civil y penal del Tribunal Superior de Justicia de Murcia.
LAS INFIDELIDADES DEL MARIDO
El documento condenatorio considera probado que Francisca González asesinó, en la noche del 18 de enero del 2002, a sus dos hijos menores, a los que estranguló asfixiándolos con el hilo de un cargador de teléfono móvil en su domicilio en la localidad de Santomera. De conformidad con lo indicado por el jurado, la sentencia da por probado que la condenada sentía celos por las infidelidades de su marido pero que eso, al igual que su consumo de cocaína en la noche del crimen, no afectó a su "conciencia y voluntad".
Pero en cuanto concluye el sepelio, la Guardia Civil detiene de inmediato a Paquita como presunta autora del crimen. A los investigadores no les cuadra que un ladrón mate a las dos personas que menos oposición podrían mostrar al robo y, además, observan múltiples contradicciones cuando Paquita relata su versión de lo ocurrido.
En su declaración habla en ocasiones de dos asaltantes y, en otras, de uno. También dice haber quedado inconsciente tras ser rociada con el spray pero no presenta irritaciones en los ojos ni en las mucosas.
Sobre los arañazos en su rostro, manifiesta que le fueron causados por los asaltantes, aunque más adelante diría de ellos que llevaban guantes. Pero la prueba definitiva serán los restos de ADN de la propia Paquita que se llevó bajo las uñas el pequeño Francisco en su desesperado intento por zafarse del ataque de su madre.
Finalmente, y tras un registro exhaustivo de la vivienda, las joyas que, según Paquita, le habían sido sustraídas, aparecieron ocultas en el interior de un cojín del sofá. José Carlos declara por video-conferencia para evitar el contacto con su madre y su testimonio sobre los gritos que escuchó durante la noche son reveladores.
El documento condenatorio considera probado que Francisca González asesinó, en la noche del 18 de enero del 2002, a sus dos hijos menores, a los que estranguló asfixiándolos con el hilo de un cargador de teléfono móvil en su domicilio en la localidad de Santomera. De conformidad con lo indicado por el jurado, la sentencia da por probado que la condenada sentía celos por las infidelidades de su marido pero que eso, al igual que su consumo de cocaína en la noche del crimen, no afectó a su "conciencia y voluntad".
Detenida tras el entierro
Fuente - Durante el funeral de los pequeños Paquita se muestra rota por el dolor ante los vecinos del pueblo y las cámaras de televisión mientras camina llorando tras los féretros, agarrada a su marido y a su hijo José Carlos.
Pero en cuanto concluye el sepelio, la Guardia Civil detiene de inmediato a Paquita como presunta autora del crimen. A los investigadores no les cuadra que un ladrón mate a las dos personas que menos oposición podrían mostrar al robo y, además, observan múltiples contradicciones cuando Paquita relata su versión de lo ocurrido.
En su declaración habla en ocasiones de dos asaltantes y, en otras, de uno. También dice haber quedado inconsciente tras ser rociada con el spray pero no presenta irritaciones en los ojos ni en las mucosas.
Sobre los arañazos en su rostro, manifiesta que le fueron causados por los asaltantes, aunque más adelante diría de ellos que llevaban guantes. Pero la prueba definitiva serán los restos de ADN de la propia Paquita que se llevó bajo las uñas el pequeño Francisco en su desesperado intento por zafarse del ataque de su madre.
Finalmente, y tras un registro exhaustivo de la vivienda, las joyas que, según Paquita, le habían sido sustraídas, aparecieron ocultas en el interior de un cojín del sofá. José Carlos declara por video-conferencia para evitar el contacto con su madre y su testimonio sobre los gritos que escuchó durante la noche son reveladores.
Ante estas evidencias que dejaban clara la simulación del robo por parte de la acusada, su estrategia de defensa da un giro y busca explicar lo sucedido en una falta total de voluntad sobre sus actos por la ingesta de grandes cantidades de alcohol y cocaína.
Pero la sentencia, dictada en el año 2003, condenó a Paquita González Navarro a 40 años de prisión como autora del doble asesinato y señaló de forma rotunda que el consumo de sustancias no afectó a su conducta y que fue plenamente consciente de sus actos en el momento en que acabó con la vida de sus hijos.
Pero la sentencia, dictada en el año 2003, condenó a Paquita González Navarro a 40 años de prisión como autora del doble asesinato y señaló de forma rotunda que el consumo de sustancias no afectó a su conducta y que fue plenamente consciente de sus actos en el momento en que acabó con la vida de sus hijos.


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